Haciendo nuestra parte
- Cristo para Todas Las Naciones
- 1 oct
- 3 Min. de lectura

¿Alguna vez has notado lo emocionante que es el simple hecho de tomar una bocanada de aire fresco cuando va acompañado de un sentimiento de aprecio por la vida? Algunos de los aspectos más agradables de nuestras vidas están relacionados con la dimensión física de nuestra existencia. Quizás es por eso que existe una línea tan fina entre disfrutar de la salud e ir en busca de complacer nuestros gustos más allá de lo que nos conviene.
El impacto de nuestros hábitos personales en la calidad de nuestra vida tiene amplias consecuencias. Nuestro cuerpo ha sido diseñado para tocar armonías intrincadamente orquestadas con nuestra mente y espíritu. Si una parte se desafina, toda la sinfonía se verá afectada. Enfatizar solo lo externo no es suficiente. La forma en que lucimos es solo una parte de lo que somos: la salud es un estado de bienestar mental, emocional, físico y espiritual, no solo la ausencia de enfermedad. Por lo tanto, de acuerdo con esta definición, ¡nadie está siempre perfectamente sano!
Si bien alguien puede parecer estar bien, su aspecto no puede dar una imagen completa de su estado de bienestar espiritual, emocional y físico. Los cristianos somos conscientes de lo débil que una persona puede volverse espiritualmente y aún ser considerada “saludable”. Los estándares actuales de aptitud física a menudo no abordan este principio esencial de la vida.
La realidad central en nuestras vidas se basa en la presencia de Jesucristo como nuestro Señor y Salvador y su obra de perdón. Sin esto, llevar un estilo de vida saludable en última instancia es irrelevante, ¿no es así? Recuerda: nuestro Creador quiere cambiarnos de adentro hacia afuera. La forma en que vivimos está diseñada para ser un reflejo de nuestra fe en cada dimensión de nuestra vida. Lento pero seguro, Dios nos está restaurando al revestirnos con “la nueva naturaleza, la naturaleza del nuevo hombre, que se va renovando a imagen del que lo creó” (Colosenses 3:10).
Pero llevar un estilo de vida saludable implica algo más que estar “completo” espiritualmente: significa hacer nuestra parte para cambiar nuestros hábitos y ser conscientes del impacto de nuestro comportamiento en nuestro espíritu, mente, corazón y cuerpo.
Más allá de lo que hayas hecho en el pasado o lo que hagas en el futuro, puedes dar un paso a la vez. Tal vez hoy signifique salir a caminar o comer fruta, en lugar de pastel de nuez después de la cena. Mañana puede ser comer yogurt congelado por la tarde, pero decir no a las patatas fritas en la noche. La próxima semana quizás descubras que necesitas tomarte un tiempo para reducir tu estrés y relajarte por unas horas sin hacer nada, lejos del teléfono y las frecuentes interrupciones.
Desarrollar un plan de acción personal puede proporcionarte un punto de referencia que te ayude con tus decisiones diarias relacionadas con la salud.
Dios te ama … punto. Dios te ama sin ningún requisito ni esperando nada a cambio. Te ama aun cuando no te alimentes correctamente, no hagas ejercicio, consumas drogas o abuses del alcohol. Te ama cuando estás bien y cuando estás estresado, con depresión o ansiedad. Te ama cuando estás feliz y satisfecho en tu vida de pareja y también cuando estás pasando por aguas turbulentas. Y porque te ama, le duele cuando no estás bien.
Es por eso que te invita a que dejes de mirar tus defectos, deficiencias e imperfecciones y fijes tu mirada en la vida nueva que él te ofrece, donde puedes encontrar descanso para tu alma y comenzar a elegir un estilo de vida más saludable.
“El Señor está en medio de ti, y te salvará con su poder; por ti se regocijará y se alegrará; por amor guardará silencio, y con cánticos se regocijará por ti” (Sofonías 3:17).
Cuando, con la ayuda de Dios, comenzamos a dejar de lado nuestros patrones de vida antiguos, comenzamos a caminar con Jesús en libertad. A medida que experimentamos la compañía continua de nuestro Salvador resucitado, somos fortalecidos y apoyados por las increíbles bendiciones de su gracia, fidelidad, misericordia y amor.
“Pero ya sea que estemos ausentes o presentes, siempre procuramos agradar a Dios” (2 Corintios 5:9).*
Cristo Para Todas Las Naciones / extracto y adaptación del folleto "Sanos desde adentro".
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