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Una nueva perspectiva

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“Semillas surtidas: 9 centavos el paquete”, dice el anuncio en letra grande. ¡Qué gran oferta! A ese precio pensé que podía rodear toda mi casa con flores por menos de dos dólares. Solo necesitaba tiempo suficiente para plantar y que llegara el clima cálido para que las semillas comenzaran a crecer. Dos semanas después ya había trazado mentalmente cinco arreglos diferentes de lechos de flores con catorce variedades diferentes.

 

Una mañana, particularmente agradable, abrí varios de los paquetes de semillas y miré dentro. Qué extraño, pensé, que una pequeña mancha marrón pueda convertirse en un penacho esponjoso de alisón, o una astilla de marfil y rayas negras en una caléndula de 3 pies de alto. Una transformación así sería difícil de creer si no tuviera prueba.

 

El solo mirar la foto del paquete o leer las instrucciones de siembra no sería suficiente para convencer a un escéptico de que las semillas en su interior se pueden convertir en hermosas flores de colores brillantes. Sin embargo, como la mayoría de las personas, no dudé que las que había comprado producirían los resultados que buscaba. Desde que tenía uso de memoria había visto crecer plantas a partir de semillas.

 

Mientras oraba esa mañana, me puse a pensar en esos paquetes de semillas. Imaginé una semilla cobrando vida luego de haber sido cuidadosamente plantada, despertando de su estado temporalmente inactivo luego de ser expuesta a la tierra tibia y al agua. Un esbelto brote verde abriéndose camino por el suelo circundante; comenzaba la vida de la flor.

 

Este proceso, llamado germinación, anuncia el comienzo de una creación completamente nueva. Eventualmente, la semilla muere cuando la vida que lleva en sí se manifiesta como un tallo, raíces, hojas y, finalmente, una flor. El éxito del jardinero, medido por la abundancia de flores en la tierra, debe ser precedido por el cuidado de estas fases iniciales de desarrollo bajo la superficie de la tierra.

 

Mientras contemplaba esto comencé a comprender algo que siempre me había desconcertado: la Biblia dice que Jesús habló mucho sobre “nacer de nuevo”. Dijo que todo aquél que crea que él es el Hijo de Dios, será una “persona nueva”. De hecho, pasa a ser también “hijo de Dios” como él. Los seguidores de Jesús dijeron lo mismo: que sí es posible convertirse en “una persona nueva por dentro” cuando Cristo entra en tu vida a través de la fe, aunque el proceso no se completará hasta después de la muerte física. Eso es lo que las semillas me ayudaron a entender: cuando, a través de la fe, recibí a Jesús como mi Señor y Salvador, es como si se hubiera producido una germinación. De hecho, en ese momento me convertí en una nueva creación. “Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y de él somos” (Salmo 100:3).

 

Esto me hizo ver una vez más por qué los días por los que estoy caminando ahora son solo el comienzo de mi vida en Jesús: todavía me estoy transformando en la persona que mi Señor creó.

 

Y entonces, mientras pensaba en la diferencia entre la semilla y la flor, me di cuenta: la persona que algún día seré es tan diferente de la que soy ahora, como una flor es diferente de su semilla original. La vida que vivo aquí la estoy viviendo a la sombra, mientras escucho el llamado de Dios para seguir avanzando hacia un terreno más alto.

 

Esto comenzó a cambiar mi perspectiva de adentro hacia afuera. El vivir en una cultura que exalta las cosas materiales y la apariencia física tiende a hacerme olvidar la naturaleza fugaz de mi entorno, es decir, vivir en una cultura que exalta lo material y la apariencia física me lleva a olvidar lo fugaz de mi entorno y reflexiono en cómo Dios puede hacerme una persona nueva. Pero cuando hago una pausa para considerar quién soy y adónde voy, Dios me desafía preguntándome qué es verdaderamente importante a la luz de la eternidad. ¿Cuánto peso? ¿El automóvil que manejo? ¿Cuánto dinero gano? ¿El tamaño de mi casa?

 

Si nuestra vida aquí es solo el comienzo de nuestra vida transformada en Jesús, ¿por qué elegimos vivir de acuerdo con los estándares de belleza y éxito de este mundo, y no de acuerdo a las enseñanzas de Jesús sobre la belleza y el éxito en el reino eterno, el reino de los cielos?

 

Soy una persona completamente nueva... ¡creciendo de adentro hacia afuera! Ya no soy la misma: ¡una nueva vida ha comenzado! ¡Incluso en los días en que tiendo a olvidar esto, Jesús vive! Puedo confiar en que el Señor cumplirá sus propósitos para mí; puedo descansar en la seguridad que su amor trae a mi corazón: mi Creador será absolutamente fiel en completar la tarea que ha comenzado. De la semilla al brote y de la planta a la flor, esta vida dentro de mí florecerá un día con brillo, estallando en la presencia de Dios con una alegría radiante. Desde adentro hacia afuera, esta vida en crecimiento ya ha comenzado.*



Cristo Para Todas Las Naciones / extracto y adaptación del folleto "Sanos desde adentro".

 


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