Paz, nuestro mayor anhelo
- Cristo para Todas Las Naciones
- 9 jul
- 2 Min. de lectura

Cuando enfrentamos problemas, que amenazan con robarnos nuestra tranquilidad, nuestro mayor anhelo es tener paz, sentirla y vivirla.
Los problemas y presiones externas amenazan con acabar nuestra paz interior. La respuesta es una paz interior que no desaparece cuando cambian las circunstancias; vivir sin ser perturbado por las duras realidades en la vida. Es una paz que es más grande que los problemas en la vida, edificada y sostenida en el hecho que las tormentas en la vida pasan, se sobrevive es la tormenta y se crece a consecuencia de ella, y en el proceso, no estar solos. Imperturbabilidad es el resultado de la paz que sobrepasa todo entendimiento. Serenidad no es libertad de las tormentas, pero paz en medio de ellas.
Nuestra definición de paz es mucho más que sólo paz interior; es una relación de bienestar y armonía con otros, la satisfacción de convivir con propósito y justicia, la libertad de fomentar nuestras relaciones con otros basada en la comunión que Dios nos ha dado; una comunión con otros, con la naturaleza y con nosotros mismos; la paz como hijo o hija de Dios. En la antigüedad, el profundo sentido a este regalo de Dios se llamaba, shalom.
Todos nos hemos visto afectados y conmocionados por la violencia, la agresividad, la inseguridad, la incertidumbre y el dolor que a diario atormentan a nuestro país, al mundo entero y a nuestras vidas, a veces, en lo más íntimo de nuestro ser.
Más allá de sólo quedar atrapados comentando y lamentando lo que sucede, todos necesitamos unirnos en un solo clamor a Dios, orando por la paz, la bondad y por los verdaderos actos de reconciliación, afirmando con firmeza los valores de la vida que Dios nos ha dado.
Toda forma de violencia debe ser condenada y debería movernos a la intercesión por la paz, la paz de Dios. Todos podemos ejercer esa paz; podemos orar por la paz, por las víctimas de diversas formas de violencia, por el país, por el gobierno, por cada hogar, por todas las familias, por el mundo entero. Aprendamos a ser instrumentos de esa paz.
Que Dios, nuestro Señor, por medio de Jesucristo, sea con todos nosotros, Sus hijos e hijas, sembrando en cada vida, en cada hogar y en todo el país, el anhelo sincero por la paz, que es fruto de Su amor, bondad y perdón.*
Cristo Para Todas Las Naciones / extracto y adaptación del folleto Buscando la Paz.
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