Mejorando mi relación con mis hijos
- Cristo para Todas Las Naciones
- 23 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 22 ago

Los padres son una parte muy importante de nuestra vida. En los primeros días de nuestra existencia es donde se conforma nuestra personalidad, y muchos de los valores que tenemos, provienen de nuestros padres. De ellos aprendemos a amar y a odiar, a confiar y a sospechar, a ser felices o no.
La buena relación con nuestros padres depende de las dos partes. Por una parte de que ellos cumplan con sus responsabilidades como padres, y de que nosotros, como hijos, los reconozcamos como tales y les demos el respeto que merecen. Ellos tienen la autoridad para educarnos y también para corregimos, así como el compromiso de protegernos y cuidarnos. La Biblia nos dice: " Hijos, obedezcan a sus padres en el nombre del Señor, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y tengas una larga vida sobre la tierra." (Efesios 6:1-3).
Los hijos aprenden de sus padres, pero los padres pueden también aprender de sus hijos. Esta es la dinámica de la vida en familia: que todos se ayuden entre sí en la medida de sus posibilidades. La responsabilidad principal para lograr este ambiente de ayuda mutua recae en los padres.
Recomendaciones a los padres para relacionarse bien con sus hijos:
La Comunicación: Por medio de una comunicación clara, sincera y amorosa se puede llegar a establecer un ambiente agradable en la familia. Por medio de la comunicación damos a conocer las reglas de convivencia y también corregimos las conductas equivocadas.
El apoyo: Así como les hacemos saber a nuestros hijos que tal actuación está mal, también estamos en la obligación de hacerles saber cuándo se portan bien. Debemos celebrar sus logros y felicitarlos por su buena conducta. Esto se puede hacer reconociéndoles sus esfuerzos por medio de la palabra o con otros gestos de cariño como un abrazo, un beso, un regalo, etc.
La imitación: El ejemplo que damos como padres nos plantea estar atentos a nuestra conducta a fin de no deshacer con ella lo que tratamos de enseñar con las palabras.
La Biblia nos dice: " Ustedes, los padres, no exasperen a sus hijos, sino edúquenlos en la disciplina y la instrucción del Señor" (Efesios 6:4). Guiar a nuestros hijos es transmitir lo mejor de uno mismo y hacer verdad en la propia vida lo que se les quiere transmitir a otros.
Los niños aprenden lo que viven:
Si un niño vive criticado aprende a condenar.
Si un niño vive con hostilidades aprende a pelear.
Si un niño vive avergonzado aprende a sentirse culpable.
Si un niño vive con tolerancia aprende a ser tolerante.
Si un niño vive con estímulo aprende a confiar.
Si un niño vive apreciado aprende a apreciar.
Si un niño vive con equidad aprende a ser justo.
Si un niño vive con seguridad aprende a tener fe.
Si un niño vive con aprobación aprende a quererse.
Si un niño vive con aceptación y amistad, aprende a hallar amor en el mundo.
Los adolescentes necesitan:
Que sus padres los respeten porque, a veces, ni ellos mismos entienden, lo que les está sucediendo.
Que sus padres respeten aquello que no les cuentan.
Que entiendan que a veces no encuentran las palabras o frases para expresar lo que les está sucediendo.
Que sus padres sepan que el mundo va más allá de la familia y que les gusta conocerlo.
Que necesitan un buen ejemplo de sus padres.
Que no los dejen solos simplemente porque no los entienden.
Educar es cuidar las circunstancias, el medio y el ambiente en donde nuestros hijos se desarrollan transmitiéndoles buenos valores espirituales que le den a la vida una buena orientación.*
Cristo Para Todas Las Naciones / extracto y adaptación del folleto Mejorando mis Relaciones.
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