La tarea de criar, educar, disciplinar y guiar a nuestros hijos es una ardua labor. El desafío más grande que tiene toda pareja es aprender la importante responsabilidad de criar a sus hijos en todos los sentidos. Pero casi siempre los padres carecen de una orientación previa para llevar a cabo esta tarea.
Aún antes de que nuestros hijos nazcan necesitan estar rodeados de afecto y cariño. El amor es lo primordial para que ellos puedan sentirse seguros, apreciados y apoyados. El amor es la cualidad que todo hogar necesita para vivir en armonía y crecer unido. De esta forma nuestros hijos desarrollarán una autoestima sana y tendrán la capacidad de enfrentar la vida con optimismo y seguridad en sí mismos.
Muchos padres anhelan un hogar unido, lleno de amor. Pero, con las preocupaciones económicas, las dificultades sociales y la falta de apoyo para con la familia, muchos padres se sienten “náufragos en un mar de problemas”. Sin embargo, para ser una familia, cada hogar requiere no sólo de vivir bajo el mismo techo sino que también necesita una estabilidad. Por eso toda familia es una escuela de valores. Para enfrentar la vida en familia con todos sus problemas, desafíos y sinsabores, cada individuo necesita sentir que tiene un propósito en la vida, que tiene la fortaleza para seguir adelante y la certeza de que Dios, nuestro creador, lo ama y lo protege. Es necesario aprender a confiar nuestra familia al cuidado de Dios.
Dios, en Su sabiduría, creó a la familia para que ésta pudiera ayudar a cada miembro a:
Desarrollar valores en cuanto a sus necesidades físicas, sociales, emocionales, intelectuales y espirituales.
Desarrollar sus habilidades para sobrevivir a las crisis y adversidades, adquiriendo la capacidad para resolver los problemas.
Cultivar la comunicación, promover el mutuo entendimiento, discutir constructivamente y así aprender a tomar buenas decisiones.
Ejercer la sabiduría para decirle “No” a las actitudes y valores negativos que hoy en día atentan contra la estabilidad de la familia.
Saber aprovechar la orientación de Dios para realizarse dentro de la familia, desarrollar sus dones particulares, disfrutar momentos recreativos sanos, y participar en acciones comunitarias, y
Con Su Hijo Jesucristo como Guía y Amigo, ejercer y disfrutar Su amor, perdón, paz y fortaleza, bases fundamentales para ser un hijo Suyo.
Por esta razón, tus metas para vivir dentro de una familia armoniosa y estable deben incluir:
Tratar de comunicarte con los demás para desarrollar la confianza mutua a los demás.
Saber dar apoyo, actuando positivamente y valorizando el servir a los demás con amor.
Ejercer el respeto mutuo y la necesidad de la privacidad de cada miembro.
Tener un buen sentido del humor y saber recrearte.
Compartir tus responsabilidades en las tareas del hogar.
Enseñar a tus hijos la diferencia entre el bien y el mal; entre lo positivo y lo negativo
Tener un sentido de unidad familiar y apoyarlo con tradiciones familiares.
Tener una interrelación armoniosa, dinámica y balanceada con tus seres queridos, sin caer en favoritismo y divisiones.
Compartir una misma base espiritual en Dios y alimentar tu fe Cristiana con constancia y dedicación.
Saber admitir tus problemas y buscar ayuda cuando la necesitan.
Saber pedir perdón y reconciliarte con los demás
Confiar en Jesucristo como miembro permanente del hogar, como fundamento para la realización armoniosa de tu persona y tu familia.
Para tu reflexión…
¿Cómo es mi familia? ¿Qué metas tenemos? ¿He compartido esas ideas con otros miembros de mi familia? ¿Qué opinan ellos?
Fuente: Guiando a mis hijos (Cristo Para Todas Las Naciones)
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