Cuando le preguntan a alguien "¿Para dónde vas?", muchas veces se oye la respuesta "¡Para viejo!". Esta expresión, además de tomar con buen humor a la edad madura, encierra una gran realidad. Todos vamos "para viejos". La psicoanalista, Alicia Schwartzman dice: "En la vida pueden o no pasar ciertas cosas, pero si vivimos, envejecer es algo que nos pasa por seguro".
Las personas pueden envejecer a edades diferentes, tanto física como psicológicamente. Por ello, es importante recordar que entre las personas maduras, puede haber gran diferencia en las condiciones de salud, capacidad y apariencia física. Algunos parecen viejos a los 40 años y otros se muestra jóvenes y vigorosos aún pasado los 80 años de edad.
Muchas personas sufren del temor de envejecer al pensar en el paso de los años e intentan huirle a las arrugas y a las canas, evitando también el contacto con personas en las mismas condiciones.
Tal vez para justificar su desinterés por los mayores, los jóvenes tienden a perpetuar mitos relativos a las desventajas de la edad. Esos mitos son mantenidos incluso por los propios mayores, contribuyendo así a sus propios problemas. Pero tales mitos no son apoyados por la Biblia ni por la ciencia.
Los preparativos para el paso de los años tienen inicio con las actitudes, estilo de vida, actividades y grado de madurez espiritual en la juventud. Los jóvenes inactivos, críticos, amargos, nerviosos, egoístas, en general transfieren esas características a su madurez. Esta fue una verdad reconocida por el filósofo Platón hace mucho tiempo cuando escribió: Quien es calmo y de buena naturaleza difícilmente sentirá el peso de la edad, más para los que tienen disposición contraria, la juventud y la vejez son igualmente un peso.
La Biblia afirma: En todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?...Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de Dios y en hacer lo que Dios exige y recibirán también todas estas cosas. (San Mateo 6:27 y 33)
La madurez no consiste en prolongar cierta etapa de la vida, sino en vivir cada una de ellas con felicidad. El amor que Dios nos ha brindado en Jesucristo es la experiencia que puede hacer nuestra existencia digna de vivirse, con la esperanza puesta en el eterno reencuentro con nuestro Creador.
Por eso, abandona la preocupación por lo que fue ayer, piensa en lo que tienes que vivir hoy, y con la ayuda de Dios, podrás enfrentar con confianza y esperanza el día de mañana.
Extracto del folleto Aprendiendo a Envejecer (CPTLN).
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