La familia es algo gracioso. Mucha gente no se importa en lo más mínimo con los miembros de su familia. Otros, sin embargo, se enfrentan al mundo, si fuera necesario, para proteger a sus hijos, sus padres, nietos y demás parientes. Todos saben que los problemas en la familia son normales. Lo más importante es que en el centro de ella haya un miembro que pueda orientar, organizar, traer paz, amor y felicidad. Ese es Jesucristo. No importa si la familia es enorme, o si está compuesta por ti y una persona más nomás. Si Cristo está en el centro de ella, entonces los problemas siempre tendrán solución, y los momentos difíciles podrán ser enfrentados con unidad, perdón, amor y alegría. Y así, tu familia será siempre un refugio en esta vida agitada.
Querido Dios y Padre, en la vida en familia no siempre las cosas son fáciles. Por favor quédate siempre con mi familia dándonos fuerza y amor para que cada día sea una oportunidad de vivir la alegría de ser tus hijos. Por Jesús. Amén.
Lectura: Salmos 34:8-10
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