¿Cómo empiezas tu día? Te levantas, tomas un café o un rápido desayuno y ya sales para trabajar, estudiar o hacer tus actividades diarias, ¿Verdad? Por supuesto que hay excepciones, pero la mayoría de los casos es así. Y en esta rutina diaria, ¿en qué momento te acuerdas de hablar con Dios? ¿Hay algún momento en el que dejas todo y hablas con el Padre Celestial? Todos nosotros necesitamos conversar con Dios. Necesitamos agradecer por todo lo que Él hizo y hace. Agradecer principalmente por haber enviado a Jesús para salvarnos. Necesitamos pedirle perdón por los pecados, necesitamos presentarle nuestras necesidades, nuestras ansias y nuestras dudas. Sea por la mañana, por la tarde, por la noche, de madrugada. Cualquier hora es hora para hablar con Dios. Él quiere siempre ser parte de nuestra vida.
Oremos: Señor, ayúdame a incluir en mi agenda diaria un espacio reservado para hablar contigo. Solamente así tendré fuerzas para enfrentar los obstáculos que se presentan en mi vida. Yo te agradezco por todo. Amén.
Lectura: Salmos 84:1-4
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