El Señor ha dicho: «Las palabras de ustedes contra mí han sido violentas... Pues han dicho: «Servir a Dios no nos sirve de nada. ¿Qué ganamos con cumplir su ley y con que andemos afligidos en presencia del Señor de los ejércitos?... Entonces los que temen al Señor hablaron el uno con el otro, y el Señor los escuchó atentamente. Luego, en su presencia se escribió un libro de actas para los que le temen y piensan en su nombre. Dijo entonces el Señor: «Ellos serán para mí un tesoro muy especial. Cuando llegue el día en que yo actúe, los perdonaré, como perdona un padre al hijo que le sirve. Entonces ustedes se volverán a mí, y sabrán distinguir entre los justos y los malvados, entre los que sirven a Dios y los que no le sirven» (Malaquías 3:13a, 14, 16-18).
Recuerdo que cuando era pequeña y hacía algo que no debía, mi papá me miraba de una forma específica que me hacía correr un frío por la espalda. Mi papá es un hombre muy amoroso, súper consentidor con sus hijos. Y también es un hombre recto, quién nos inculcó temor a Dios y bueno, también a él. No un temor que nos lastimaría, sino un temor reverente, con respeto a su autoridad amorosa.
En este pasaje, Dios no estaba contento con las palabras duras que decían contra él, pero respondió positivamente a las palabras de los creyentes, los que le temen. Dios promete tratarlos como su especial tesoro en Cristo. La palabra temor significa que reverenciamos a una persona que merece respeto. Dios quiere que le temamos así. Él nos creó, y es nuestro Salvador. Dios quiere que confiemos en él y no en nuestros propios esfuerzos.
ORACIÓN: Padre, gracias por asegurarnos, que nuestro temor y servicio no han sido en vano y que seremos salvos en el día del juicio por tu gracia eterna. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo respondes cuando alguien injustamente dice palabras duras contra ti?
* ¿De qué formas expresas tu temor a Dios?
Diaconisa Noemí Guerra
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