Así dice el Señor, el Rey y Redentor de Israel, el Señor de los ejércitos: «Yo soy el primero; yo soy también el último. Fuera de mí no hay otro Dios. ¿Quién puede proclamar lo que está por venir? ¿Quién puede declararlo y ponerlo en orden ante mí, como lo hago yo desde que establecí al pueblo antiguo? ¡Anuncien lo que viene, lo que está por venir! No temas; no te intimides. ¿Acaso no te lo dije y te lo hice saber desde la antigüedad? Por lo tanto, ustedes son mis testigos. No hay más Dios que yo. No hay otro Fuerte; no conozco a ninguno»
(Isaías 44:6-8).
Me encanta reflexionar sobre las verdades de la Palabra de Dios y cómo ésta se aplica a nuestras vidas. En Isaías 44:6-8, el profeta Isaías nos recuerda la majestuosidad y singularidad de nuestro Dios. Este pasaje nos enseña que no hay nadie más grande ni más poderoso que nuestro Señor. Él es el Creador de todo lo que existe y es digno de toda nuestra adoración y reverencia.
Pero ¿cómo podemos acercarnos a este Dios que es tan grande e incomprensible? La verdad es que es Dios quien nos acerca hacia Él. A través del Evangelio, que nos da la justicia de Cristo, nos concede la fe para creer. La justicia de Cristo es la obra perfecta que hizo en la cruz para salvarnos de nuestros pecados y reconciliarnos con Dios. Al creer en Él, nos vestimos de su justicia y somos considerados justos delante de Dios.
Entonces, ¿cómo podemos responder a estas verdades? Junto a Isaías, podemos adorar a Dios por su grandeza y por el regalo inmerecido de la salvación que nos ha dado a través de Cristo. Podemos vivir nuestras vidas en gratitud por este regalo, compartiendo las buenas nuevas del Evangelio con los demás y buscando vivir de manera justa y piadosa.
Amado Dios, te alabamos por tu grandeza y por el regalo de la salvación que nos has dado a través de tu Hijo. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo puedes mostrar en tu vida diaria tu gratitud por el regalo de la salvación?
* ¿Con quién puedes compartir esta semana las buenas nuevas del Evangelio?
Diaconisa Noemí Guerra
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