Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y de él somos. Somos su pueblo. ¡Somos las ovejas de su prado! Entremos por sus puertas y por sus atrios con alabanzas y con acción de gracias; ¡alabémosle, bendigamos su nombre! Salmo 100:3-4
¿Qué necesitamos reconocer? ¡El salmista quiere que reconozcamos "que el Señor es Dios". Este es el SEÑOR, el Dios de Israel, quien se reveló a Moisés como YO SOY. Este es el Dios del éxodo quien, con poderosos actos, liberó al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Este mismo SEÑOR, el Dios que salva y libera a las personas, nació entre nosotros, Dios en carne humana, Jesucristo. Jesús dijo de sí mismo: "Antes que Abraham fuera, yo soy" (Juan 8:58b). Jesús es YO SOY, y vino a salvarnos y liberarnos. Cuando Dios destruyó a los primogénitos de Egipto, los primogénitos de Israel fueron salvados de la muerte por la sangre de los corderos pintada en los dinteles de sus puertas. Somos salvados de la muerte y de la esclavitud del pecado por la sangre del Cordero de Dios, derramada por nosotros en la cruz.
Eso es lo que sabemos y creemos. El SEÑOR, YO SOY, es Dios. Pero nuestro salmo también habla de nuestra identidad, una identidad que nos dio el Dios que nos creó. Creados a su imagen, hemos sido re creados por el Espíritu Santo en el agua y la Palabra del Bautismo. En Cristo somos "linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios" (1 Pedro 2:9a). También somos las ovejas de su pasto, buscadas y reunidas por Aquél que dijo de sí mismo: "Yo soy el buen pastor" (Juan 10:11a), el pastor que dio su vida para salvar a las ovejas.
Salvados por YO SOY, creados nuevamente para ser parte de su pueblo y las ovejas de su pasto, ¿qué hacemos ahora? El salmista nos dice que entremos en la presencia de Dios con acción de gracias y alabanza. No es algo que se haga sólo de vez en cuando. Ciertamente, "entramos en sus puertas" en la adoración semanal, reuniéndonos con las otras ovejas del rebaño del pastor. Allí recibimos los dones de su Palabra y del cuerpo y la sangre de nuestro Salvador en la Cena del Señor. Sin embargo, la acción de gracias y alabanza que ofrecemos al entrar por sus puertas continúa ascendiendo ante el trono de Dios cuando dejamos esas cortes sagradas.
En nuestra vida y trabajo diarios, en nuestras relaciones, en nuestro testimonio de Cristo, alabamos y agradecemos a través de nuestras palabras y acciones. En cada momento de cada día, pertenecemos al Señor nuestro Dios, nuestro Creador y Redentor. Somos sus ovejas, retenidas de forma segura dondequiera que estemos en la mano de nuestro Buen Pastor. Y como lo ha prometido, nadie puede arrebatarnos de su mano. Eso también es algo que necesitamos reconocer.
ORACIÓN: SEÑOR y Dios, mantennos a salvo bajo tu cuidado y acepta nuestras agradecidas alabanzas por Jesús nuestro Salvador. Amén.
Dra. Carol Geisler
Para reflexionar:
1. ¿Qué evento futuro estaba Dios señalando cuando hizo que los hijos de Israel pintaran con la sangre de corderos los dinteles de sus puertas para así salvarse en Egipto?
2. ¿Crees que Dios te sostiene firmemente y te cuida así como un pastor cuida a sus ovejas? ¿Cómo lo sabes?
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