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Prisioneros de esperanza


¡Llénate de alegría, hija de Sión! ¡Da voces de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu rey viene a ti, justo, y salvador y humilde, y montado sobre un asno, sobre un pollino, hijo de asna. ... También tú serás salvada por la sangre de tu pacto, y yo sacaré a tus presos de esa cisterna sin agua. ¡Vuelvan, pues, a la fortaleza, prisioneros de esperanza! En este preciso día yo les hago saber que les devolveré el doble de lo que perdieron.

(Zacarías 9:9, 11-12).


¿Qué quiere decir Dios con: "tú serás salvada por la sangre de tu pacto, y yo sacaré a tus presos de esa cisterna sin agua"?


Hoy usamos contratos, acuerdos legales escritos en hojas de papel y firmados por las partes involucradas. Pero en los días de Abrán se usaban acuerdos que estaban simbolizados y se hacían cumplir con sangre. Por ejemplo: cuando dos personas, o un rey y un grupo de personas, hacían un pacto, primero acordaban los términos y luego mataban un animal, lo partían en dos y dividían las partes, dejando un camino entre ellas por donde pasarían quienes habían hecho el pacto. Era una forma muy gráfica de decir: "Si quebranto este pacto, que pierda mi vida y sea destruido". La sangre del animal garantizaba la buena fe de las personas que hacían el pacto.


Podemos ver a Dios haciendo una ceremonia de pacto como esta en Génesis 15, cuando promete darle a Abrán y sus descendientes la tierra prometida. Pero lo interesante de este pacto en particular es que fue unilateral, o sea, Dios fue el único que caminó entre los pedazos de animales muertos en forma de fuego y humo. Abrán sólo miró. Dios se comprometió y Abrán se benefició.


Y eso es exactamente lo que Jesús hizo por nosotros. Se hizo a sí mismo el símbolo del pacto entre los creyentes y Dios. La sangre que se derramó fue la suya. Lo que hace que el pacto sea seguro para siempre fue su muerte. La sangre de Jesús nos libera del pozo sin agua.


¡Pero Dios aún no ha terminado! Puede que estemos fuera del pozo, pero aún somos "prisioneros de esperanza". Hemos visto el comienzo de las promesas de Dios cumplidas en nuestras vidas, pero sabemos que hay más por venir. Esperamos que Jesús regrese en gloria, cuando todo mal sea destruido y comiencen el cielo y la tierra nuevos.


Entonces, ¿qué debemos hacer mientras esperamos? Dios nos dice: "¡Vuelvan, pues, a la fortaleza, prisioneros de esperanza!". ¡Ese es el lugar para esperar! El Señor mismo es nuestra fortaleza, y nunca nos fallará.


Señor, ayúdame a esperar en Ti mientras espero tu venida. Amén.


Para reflexionar:


* ¿Qué sabes sobre la naturaleza humana que haría que un juramento fuera peligroso para nosotros?

* ¿Qué es lo que más esperas del regreso de Jesús?


Dra. Kari Vo


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