Hagan todo esto, conscientes del tiempo en que vivimos y de que ya es hora de que despertemos del sueño. Porque nuestra salvación está más cerca de nosotros ahora que cuando creímos. La noche ha avanzado, y se acerca el día. Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz. Vivamos con honestidad, como a la luz del día, y no andemos en glotonerías ni en borracheras, ni en lujurias y lascivias, ni en contiendas y envidias. Más bien, revistámonos del Señor Jesucristo, y no busquemos satisfacer los deseos de la carne (Romanos 13:11-14).
Hace treinta años, cuando estaba planeando mi boda, volví loca a mi familia. Mi madre y mi hermana seguían queriendo hablar sobre los colores y los recordatorios de la boda. ¿Qué ideas tenía yo? Ninguna, en realidad, solo una ligera preferencia por el color melocotón. No me importaba mucho la comida o el estilo del pastel. Mi hermana tenía una cara que decía: "¡Está soñando con su prometido otra vez!"
Pero hubo algunos preparativos que me tomé muy en serio, como obtener la licencia de matrimonio, eso sí. No iba a dejar que eso saliera mal. Me aseguré de que nuestra luna de miel estuviera bien planeada. Le pedí a nuestro profesor que hiciera la boda, ya que nuestro pastor se había mudado. Me aseguré de que tuviéramos un apartamento para vivir como recién casados.
En el pasaje de hoy, Pablo nos anima a prepararnos para el día de la salvación, el día en que Jesús regrese y todo mal desaparezca. Esa será una celebración mejor que cualquier boda: el día que veamos a nuestro Salvador cara a cara. Será un día de absoluta felicidad y alegría para nosotros. ¡Y por eso queremos estar listos! Qué terrible sería llegar allí y no estar listos, seguir viviendo como personas que nunca conocieron a Jesús, enfrentar la vergüenza de llegar con nuestra ropa vieja y sucia en lugar de la ropa de boda. Nadie quiere eso.
Así que Pablo nos insta a mirar hacia el futuro: la fecha se acerca; ¡ya casi llega! Qué alegría prepararse para Aquel que nos ama tanto que sufrió y murió para hacernos suyos, sí, y resucitó de entre los muertos para que pudiéramos estar con Él para siempre. Para un Dios así, uso mis mejores ropas. Estoy ordenando todo y preparándome. Y si sueño con algo, será con Él, y no con las antiguas obras de las tinieblas. Prepararse para su venida es parte del gozo, un anticipo de la celebración.
ORACIÓN: Amado Señor, ayúdame a ver cómo puedo prepararme para ti. Amén.
Para reflexionar:
* Piensa en una ocasión o situación alegre para la que tuviste que prepararte. ¿Fue la preparación un placer, un dolor de cabeza, o ambos?
* ¿Cómo te preparas para la venida de Jesús?
Dra. Kari Vo
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