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Poder para disfrutar



Porque, ¿quién puede comer y cuidarse mejor que uno mismo? Es un hecho que Dios da sabiduría, conocimientos y alegría a quien es de su agrado, y que al pecador le da el trabajo de recoger y amontonar, para dárselo a quien es del agrado de Dios. ¡Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu! Eclesiastés 2:25-26

A veces, cuando le preguntas a alguien: "¿Cómo estás?" te responden, no con una historia, no con una oración, ni siquiera con una palabra, sino solo con un sonido: "'Meh". "Meh", deletreado, M-E-H, un sonido que se ha convertido en una palabra. No significa triste, afligido o deprimido. Simplemente significa que no hay chispa, ni dinamismo, ni alegría. Es solo meh. Hay un largo discurso en medio de la Biblia. Se llama el libro de Eclesiastés. La tradición judía y cristiana acepta que el orador fue Salomón, el rey de Jerusalén hace 3.000 años. Me pregunto cómo Salomón decidió dar este discurso. Tal vez sucedió después de un largo día de descanso en su palacio, viendo la televisión en exceso en su sofá, y alguien le preguntó: "Hola, Salomón, ¿cómo te va?" Y él respondió, "Meh". Excepto que la palabra que usó hubiera sido "hebel". Hebel es la palabra hebrea que significa vapor. ¿Como es la vida? alguien le pregunta a Salomón. "Vapor, vapor de vapores", responde, "todo es vapor" (ver Eclesiastés 1:2). En Eclesiastés 5, Salomón dice que no vale la pena vivir la vida a menos que hayas sido bendecido con el poder para disfrutarla. Él dice que un hombre podría vivir "mil años dos veces", pero si no tiene el poder de disfrutarlos, ¿de qué sirven? (Ver Eclesiastés 6:1-6.) Pero ¿de dónde viene este poder? Sólo Dios puede llenarnos de alegría. Dios mismo es el poder para disfrutar. La historia de Jesús que escuchamos en la Biblia no se trata de que Él sea simplemente un pase gratuito a un lugar mejor, porque incluso si llegas a ese lugar mejor, ¿cómo podrás disfrutarlo? No, la Biblia es la historia de Jesús, la Palabra de Dios, el Hijo de Dios que se hizo humano para traer la presencia de Dios a este lugar y, en última instancia, para darnos el poder de disfrutar cada lugar, tu lugar, mi lugar, aquí mismo, ahora mismo, siempre... Conocí a la joven que se convertiría en mi esposa cuando ambos teníamos 19 años. Había una conexión entre nosotros, no solo física, sino emocional, espiritual. Todavía éramos solo amigos en ese momento. Ni siquiera estábamos tomados de la mano. Caminábamos uno al lado del otro, a unos pocos pies de distancia, pero había esa conexión. Estando cerca de ella, perdí la noción del tiempo. El mundo a mi alrededor se desvaneció y se inundó de colores brillantes. Era la alegría de estar simplemente con alguien que amas, alegría que impregna el lugar y llena las cosas. Este vapor de alegría que te inunda momentáneamente en presencia de tus amigos y familiares, personas que amas y admiras, esa alegría fugaz es señal de la alegría permanente para la que fuimos creados, alegría que llega solo cuando estamos inundados por la Palabra de Dios. Dios, el Hijo de Dios, la presencia personal de Dios. ORACIÓN: Amado Padre, danos corazones agradecidos para recibir tus dones. Y danos poder para disfrutarlos. Danos a ti mismo. En el nombre de Jesús. Amén. Para reflexionar: * Lee Eclesiastés 5:13-6:12. ¿Hay algún versículo que pueda expresar tus propias frustraciones o alegrías en la vida? * ¿Qué prácticas devocionales te ayudan a cultivar un sentido de la presencia personal de Dios en tu vida? Rev. Dr. Michael Zeigler, orador de The Lutheran Hour



 

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