“¡Con certeza!” Esta es una expresión utilizada hoy con exageración. En el mundo pos-moderno de las individualidades, de la relatividad, de la adversidad, de la pluralidad, de las incertidumbres, ¿Cómo asegurar que algo de hecho es certero?
El filósofo griego Sócrates ya decía: “¡Solo sé que no sé nada!” Sufrimos, en realidad, de los males de la incertidumbre. En la oración del Padre Nuestro, cuando decimos “Que se haga Tu voluntad así en la tierra como en el cielo”, estamos delante de la certeza que Dios nos da: Él está con nosotros, y nos guiará en nuestras vidas según Su Santa y buena voluntad. Podemos contar con la presencia, acción y bendición de Jesús en nuestra vida. La Palabra de Dios es clara cuando dice: “Él quiere que todos sean salvos y vengan a conocer la verdad”. ¡Esta certeza podemos tener!
Oremos: Jesús, danos principalmente en los momentos inciertos, la certeza de Tu amor por nosotros, el cual nos asegura la Salvación eterna. Creemos y confiamos en Ti. Amén.
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