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Liberados



Pero sabemos que todo lo que dice la ley, se lo dice a los que están bajo la ley, para que todos callen y caigan bajo el juicio de Dios, ya que nadie será justificado delante de Dios por hacer las cosas que la ley exige, pues la ley sirve para reconocer el pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, y de ello dan testimonio la ley y los profetas. La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él. Pues no hay diferencia alguna, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús, a quien Dios puso como sacrificio de expiación por medio de la fe en su sangre. Esto lo hizo Dios para manifestar su justicia, pues en su paciencia ha pasado por alto los pecados pasados, para manifestar su justicia en este tiempo, a fin de que él sea el justo y, al mismo tiempo, el que justifica al que tiene fe en Jesús. Entonces, ¿dónde está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley. Romanos 3:19-28

¿Alguna vez te has liberado de algo? Tal vez te dieron una advertencia en vez de una multa por ir un poco más rápido de lo permitido, o quizás la reunión de negocios que te tenía tan nervioso fue cancelada, o las pruebas médicas que tanto temías dieron negativo. Cuando algo así sucede, sentimos un gran alivio.

En realidad, las palabras de Pablo para hoy son la manera en que Dios nos dice: "Has sido liberado". Pero esta liberación del juicio de la Ley divina tuvo un precio: el que Jesús pagó en el Calvario. ¡Imagina el gozo de Pablo cuando descubrió cómo Dios, en Su gracia y misericordia, había perdonado todos sus pecados! Tal vez recuerdes cómo Pablo persiguió a los primeros cristianos, llevándolos a las autoridades religiosas en Jerusalén para ser interrogados y puestos en prisión (ver Hechos 8-9).

Ante los ojos humanos, Pablo era un pecador de primer orden; sin embargo, no fue peor que nadie. "Pues no hay diferencia alguna, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús, a quien Dios puso como sacrificio de expiación por medio de la fe en su sangre."

Nosotros también hemos sido liberados, absueltos de nuestra culpa. Hoy se nos ofrece generosamente la misma gracia y misericordia que Pablo experimentó. Como escribe Pablo más adelante en Romanos, "Pues la Escritura dice: «Todo aquel que cree en él, no será defraudado.» Porque no hay diferencia entre el que es judío y el que no lo es, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que lo invocan, porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo" (Romanos 10:11-13).

ORACIÓN: Padre Celestial, límpianos de nuestros pecados y condúcenos por el camino eterno. En el nombre de Jesús. Amén.

Paul Schreiber

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Para reflexionar:

1. ¿Por qué Dios el Padre tuvo que hacer morir a su Hijo para que pudiéramos ser libres de la Ley?

2. ¿Conoce a alguien que se sienta culpable por algo que ha hecho? ¿Cómo podría serles de consuelo Romanos 3:19-28?

 

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