Y ya no estoy en el mundo; pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, cuídalos en tu nombre, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los cuidaba en tu nombre; a los que me diste, yo los cuidé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera. Pero ahora voy a ti; y hablo de esto en el mundo, para que mi gozo se cumpla en ellos mismos. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los protejas del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Tal como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Juan 17: 11-19
Cuando eras pequeño, ¿tenías miedo de los monstruos a la hora de dormir y hacías que tus padres miraran debajo de la cama, en el armario, detrás de la puerta y en cualquier otro lugar donde un monstruo podría estar acechando, hasta saber que estabas a salvo y podías dormir sin preocupaciones?
En esta oración sacerdotal Jesús está haciendo algo similar. Es la noche antes de su muerte y él está orando por sus discípulos. Los está confiando a Dios el Padre, sabiendo que Dios los cuidará incluso cuando Jesús vaya a la cruz para sufrir, morir y ser sepultado. Será un momento aterrador para ellos, e incluso después de la resurrección, nunca volverá a ser lo mismo que cuando vieron a Jesús caminando con ellos, visible y tangiblemente, todos los días. Jesús quiere que sepan que él ha planeado eso. Están en manos de Dios y todos los arreglos están hechos. Están seguros. Nada se ha pasado por alto.
Jesús podría haber rezado en silencio. O podría haber orado en Getsemaní, donde los únicos que lo escucharon se durmieron tan rápido. Pero quería que escucháramos y supiéramos que estamos a salvo, que Dios nos tiene en sus manos y que Jesús mismo nos está enviando al mundo como sus testigos. Como dijo: "hablo de esto en el mundo, para que mi gozo se cumpla en ellos mismos".
No nos ha olvidado. No te ha olvidado a ti, no importa cuánto estés sufriendo o cuán profunda sea la oscuridad a tu alrededor. Cuando oró por su pueblo, Jesús estaba orando por ti. Así como él murió y resucitó por ti, así también hizo planes para ti: que estarías a salvo del maligno y crecerías en el cuidado de Dios hasta que alcances la plenitud del gozo que él ha planeado para ti y para todos los suyos.
ORACIÓN: Señor, ayúdame a confiar en tu amoroso cuidado. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Qué cosas específicas escuchas en esta oración que te tranquilizan?
* Cuando tienes miedo, ¿cómo buscas el consuelo del Señor?
Dra. Kari Vo
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