La necesidad humana de enfrentar los sentimientos de dolor es ilustrada en el ejemplo de Jesús cuando Él sufrió la pérdida de su amigo Lázaro. ¡Jesús lloró! Piensa en esto: Jesús lloró. Si el Hijo de Dios entendió que estaba bien llorar, ¿por qué habremos de huir nosotros de nuestras emociones? Si te sientes deprimido por la pérdida de un ser querido, sigue el ejemplo de Jesús. Deja que las lágrimas corran, expresa tus sentimientos a un amigo y habla de tus sentimientos. Ora y conversa con Jesús sobre tus emociones. La Biblia nos asegura que Él se compadece de nuestras debilidades. Él está vivo y quiere ayudarte a trabajar mejor tus emociones.
Señor Jesús, a veces es difícil hablar de lo que siento, quiero conversar contigo y contarte muchas cosas. Sé que me escuchas sin juzgar y comprendes bien mis sentimientos. Gracias, Señor. Amén.
Lectura: Filipenses 4:6-7
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