En su oración, Ana dijo: “En ti, Señor, mi corazón se regocija; en tu nombre, mi fuerza es mayor. Ahora puedo burlarme de mis enemigos porque me regocijo en tu salvación. Nadie es santo como tú, Señor. Fuera de ti, no hay nadie más. No hay mejor refugio que tú, Dios nuestro
(1 Samuel 2:1-2)
Uno de los privilegios más grandes que Dios me ha concedido es servir como voluntaria en un ministerio que se dedica a construir casas para las personas sin hogar y que son una gran bendición para las familias que buscan refugio. Si bien estas casas son construidas en solo cuatro días, es interesante notar cuánto tiempo nos toma hacer los cimientos. Prácticamente dedicamos un día completo trabajando solamente en ellos. ¿Por qué dedicar tanto tiempo a los cimientos, si al final de cuentas nadie los ve? Nadie viene a tu casa y te dice “¡qué bonitos cimientos tienes!” Entonces, ¿por qué son tan importantes?
La respuesta es sencilla: los cimientos son la base, el fundamento que sostiene al hogar. Sin un buen fundamento, la casa tarde o temprano se derrumbará.
En nuestra vida diaria pasa lo mismo. Debemos tener un buen fundamento que sostenga nuestra vida. Sin embargo, es difícil encontrar una base que sea sólida y que no cambie. Los amigos van y vienen, las circunstancias de la vida cambian constantemente, las
riquezas y la salud tarde o temprano se acaban. Solo Dios permanece para siempre.
Esto es lo que tenía claro Ana cuando elevo su oración al Señor. En su oración ella dice “No hay mejor refugio que tú”. Otra versión dice: “No hay roca como nuestro Dios”. Solamente el Señor es la roca de nuestra salvación que nos da las fuerzas para seguir adelante, que nos sostiene hasta en los peores momentos y que nos da refugio aun en las peores tormentas de la vida.
Querido Señor, roca de nuestra salvación, ayúdanos a poner siempre nuestra confianza en ti. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Qué circunstancias de la vida te han hecho titubear en la fe?
* ¿De qué formas es el Señor el fundamento de tu vida?
Sra. Abigaíl Ramírez
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