
Había una vez un hombre que pasaba por un gran sufrimiento. Viendo a sus amigos quienes trataban de consolarlo, dijo: "El mejor consuelo que ustedes me pueden dar es escuchar con atención mis palabras". Y es exactamente eso lo que necesitamos cuando enfrentamos problemas: alguien que nos sepa oír con atención. ¡Y este alguien es Dios! Él quiere oírte contar tus problemas, tus frustraciones, tus miedos, tus fracasos y también tus alegrías, y tus deseos. Presenta todo aquello que está en tu corazón a Dios, y Él te mostrará cuanto te ama, dándote fuerzas a través de Su Palabra, que dice: "En mi aflicción, clamé al Señor; Él me respondió y me libró de mi angustia".
Oremos: Querido Salvador Jesús, gracias por oírme con tanta atención y cariño. Llena mi corazón con Tu Palabra para que yo encuentre el consuelo y la fuerza que sólo Tú puedes darnos. Por Jesucristo. Amén. Lectura: Salmos 118:1-14
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