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Cuando Jesús habla, hay paz

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Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: ‘¡Silencio! ¡A callar!’ Y el viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo (Marcos 4:39).


Tenemos dos perritos: Teddy y Draco. A veces, en la noche, no quieren dormir en su camita. Se ponen a llorar, y por más que yo les diga que se calmen, nada que ver, siguen llorando como si nada. Pero basta con que mi esposo se levante, les diga una sola palabra, y enseguida se callan. Su voz tiene autoridad para ellos.


En la lectura de hoy, los discípulos estaban en una tormenta terrible. Pensaban que iban a morir. Pero Jesús se levantó y le habló al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!” Y el viento obedeció. Todo quedó en calma. Jesús solo habló. Y su Palabra hizo lo que dijo.


Ese mismo poder de su Palabra lo experimentamos tú y yo cada vez que vamos al altar a recibir la Santa Cena. Puede parecer algo sencillo, pero en el pan y el vino están el cuerpo y la sangre de Cristo, dados y derramados por ti. ¿Por qué lo creemos? Porque Jesús lo dijo. Y cuando Jesús habla, sus palabras hacen lo que dicen. No es solo comer y beber, sino sus palabras junto con los elementos, lo que nos da perdón, vida y salvación. Así como calmó la tormenta, Jesús te trae paz y perdón hoy mediante su Palabra en el Sacramento.


Quizá no siempre lo sientas. Quizá haya días en que uno se sienta lejos, distraído o que no merece estar allí. Pero el Sacramento no depende de ti. Depende de la fidelidad de Jesús. Y Él nunca falla.


Así como Teddy y Draco se tranquilizan rapidito cuando escuchan la voz firme de mi esposo, tú y yo también podemos encontrar paz en la voz de nuestro Salvador.


Señor Jesús, gracias porque tu voz tiene poder. Así como calmaste la tormenta, calmas también mi alma. Ayúdame a confiar en Tus palabras. Amén.


Para reflexionar:

* ¿Cómo te anima saber que las palabras de Jesús en la Santa Cena hacen lo que dicen?

* ¿Qué te impide a veces acercarte con confianza al altar?


Diaconisa Noemí Guerra


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