Mientras Jesús estaba en Betania, sentado a la mesa en la casa de Simón el leproso, llegó una mujer. Llevaba ésta un vaso de alabastro con perfume de nardo puro ... y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Algunos de los que allí estaban se enojaron internamente, y dijeron: «¿Por qué se ha desperdiciado así este perfume? ¡Podría haberse vendido por más de trescientos denarios, y ese dinero habérselo dado a los pobres!» Y se enojaron mucho contra ella. Pero Jesús dijo: «Déjenla tranquila. ¿Por qué la molestan? Ella ha efectuado en mí una buena obra
(Marcos 14:3-6).
Algunos de los que estaban en la casa de Simón se enojaron y lo expresaron abiertamente. ¿Sabes por qué? Porque vieron la acción de la mujer que ungió a Jesús como un gasto inútil, un desperdicio. Si se vendía ese perfume se podía pagar la comida de una familia por muchos meses. ¿Qué sentido tenía hacer algo así?
Cuando no entendemos el sentido de algunas cosas es porque no entendemos los propósitos de Dios. A veces nos entendemos entre nosotros, pero cuando no entendemos, criticamos y hasta nos enojamos.
¿Por qué Jesús no reaccionó igual que algunos de los huéspedes en la casa de Simón? Porque por ser Dios, él sabía mejor que nadie cuál era la motivación de la mujer para derramar sobre él un perfume tan caro. Por eso respondió con dureza y en forma muy directa: "Déjenla tranquila. ¿Por qué la molestan? Ella ha efectuado en mí una buena obra".
Lo que a veces a nosotros nos parece un disparate, Dios lo cuenta como una buena obra. ¿Por qué? Porque Dios ve mucho más allá de lo que nosotros vemos. Esto se aplica a este relato bíblico de hoy como a todas las situaciones que pasamos en la vida. Dios sabe mucho mejor que nosotros lo que es para nuestro bien.
Padre, ayúdame a confiar en que tú sabes mejor que yo lo que es bueno y me conviene. Amén.
Para reflexionar:
* ¿En qué momentos de tu vida has experimentado que Dios sabe más que tú?
* ¿Qué cosa de gran valor estás dispuesto a darle a Dios?
Rev. Héctor Hoppe
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