Cuando pensamos en pérdidas, una de las primeras cosas que nos viene a la mente es la muerte, ¿cierto? Pero, ¿y las demás pérdidas que enfrentamos en nuestro día a día? Podemos quedarnos sin empleo, tener una crisis financiera, terminar una relación, y muchas otras cosas que podemos perder en nuestra vida.
La pérdida forma parte de nuestra condición humana. Podemos, incluso, intentar controlar las cosas, pero en el fondo sabemos que, muchas veces, vamos jugando el juego de la vida en la improvisación. E improvisar a la hora de las dificultades y dolores es difícil, ¿no es así?
¿Has oído hablar de Woody Allen? Este cineasta, guionista, director, actor y músico americano tiene una emblemática frase en la que dice: «No le temo a la muerte, sólo que no me gustaría estar allí cuando suceda”. Siguiendo esta línea de razonamiento, ¿ También evitas la conversación cuando el asunto es «perder algo»?
Hoy en día tratamos todo con el fármacos y la sociedad exige que el ser humano esté bien a toda costa. Nos falta tiempo para experimentar los dolores, las pérdidas, las limitaciones y las dificultades como ellas merecen y necesitan ser vividas. Sólo así alcanzamos una completa recuperación y el ejercicio real de la resiliencia – que, en resumen, es la capacidad del individuo de lidiar con los problemas y adaptarse a los cambios. Cada vez que oímos – o, incluso, decimos – «seguir hacia adelante, la vida es así», e intentamos negar nuestro dolor, estamos perdiendo la oportunidad de profundizar el asunto, de desahogarnos y reflexionar.
¿Ha notado que casi no toleramos las consecuencias de las diversas situaciones en nuestra vida? No miramos hacia adentro, pero buscamos en todo momento un placer externo, una ocupación, o una distracción que nos deje alejados de la incomodidad, lejos del dolor.
Algo que puede ayudarte en estos momentos es buscar un propósito para tu vida, una actividad, algo que te haga bien sin intentar sofocar tu dolor y tu sufrimiento. Estas actividades te harán concentrarte y valorar más la vida, además de mostrar que hay muchas razones para existir y no sólo «sobrevivir». Como consecuencia natural, lidiarás mejor con los «lutos» cotidianos que vivimos, y tendrás fuerzas para seguir adelante sin la compañía de aquella persona querida y amada.
PENSAR EN LA MUERTE ES UNA BÚSQUEDA DE LA VIDA
Pensar en la pérdida o la muerte es, en realidad, una búsqueda de la propia vida. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál es nuestro papel en el mundo? Estos temas rondan nuestra mente y nos hacen profundizar aún más en las reflexiones acerca de nuestra existencia.
¿Quién quiere perder a alguien querido? ¿Quién nunca tuvo miedo de verse «sólo» en este mundo, sin aquellos que lo ampararon toda la vida? Aceptar la muerte con más naturalidad puede demostrar madurez y fuerza ante este hecho.
¿Qué tal crear una lista de todos tus miedos, temores, pensamientos, sentimientos y sensaciones? Anota y medita en cada uno de ellos de manera íntima y profunda. Y trata de decirte a tí mismo: «Yo acepto mi dolor. Yo acepto mi miedo. Yo acepto que las personas queridas a mi lado un día se irán y será extremadamente difícil de superar, pero eso es parte del ciclo de la vida y tengo que lidiar con eso.”
¿O, qué tal demostrar gratitud y vivir el ahora? Sabemos que la gente que nos rodea dejará de existir, así como nosotros también, entonces, aprovechemos estar con ellos el mayor tiempo posible. Si tienes problemas en una relación o una angustia que no se resolvió adecuadamente, entonces, es hora de buscar el perdón, es hora de perdonar, es hora de traer un poco de paz a tu interior.
Los ejercicios pueden ayudar a disminuir tu ansiedad frente a este tema.
FASES DEL DUELO – ¿MITO O VERDAD?
Se habla mucho sobre las etapas del duelo, que involucran negación, rabia, negociación, depresión y aceptación. Pero prefiero utilizar otra analogía frente al luto. No creo que nuestros sentimientos caminen de manera tan sistemática y en un orden predefinido. La «montaña rusa en la oscuridad» tal vez sea el ejemplo que mejor definirá el momento, pues tenemos mejores días y otros peores, pero todo es vivido con bastante intensidad. En un momento nos sentimos bien y minutos más tarde nos vemos en el fondo del pozo, nuevamente. Los sentimientos van y vienen, pero que, con el paso del tiempo, acaban haciendo esta aventura menos aterradora e intensa.
La gente no puede comprender cómo en un momento puedes estar bien y, luego, sin explicación, pareces estar muy mal. Una canción, un olor, un recuerdo o una fecha conmemorativa ya será motivo lo suficientemente fuerte para que te sumerja en las profundidades del dolor.
Extracto de artículo escrito por Thiago Heine, psicólogo / para Vivenciar.net
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