Visión de Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén: En los últimos días el monte de la casa del Señor será confirmado como cabeza de los montes; será exaltado por encima de las alturas, y hacia él correrán todas las naciones. Muchos pueblos vendrán y dirán: «¡Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob! Él nos guiará por sus caminos, y nosotros iremos por sus sendas. Porque la enseñanza saldrá de Sión; de Jerusalén saldrá la palabra del Señor. Él juzgará entre las naciones, y dictará sentencia a muchos pueblos. Y ellos convertirán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces. Ninguna nación levantará la espada contra otra nación, ni se entrenarán más para hacer la guerra.» Vengan ustedes, los de la casa de Jacob; caminemos a la luz del Señor (Isaías 2:1-5).
Las montañas de Jerusalén no son particularmente altas. El Monte de Sión ni siquiera es el más alto de sus alrededores; el Monte de los Olivos es más alto. Y, sin embargo, Dios dice que "el monte de la casa del Señor será confirmado como cabeza de los montes", si no literalmente, ciertamente en sentido figurado. Se convertirá en el centro de todas las naciones, y la gente de todas partes vendrá a escuchar la Palabra del Señor y a obedecerla.
¿Por qué? Porque allí estará el Señor, dice Isaías, y de allí saldrá su Palabra a todo el mundo. Eso es suficiente para que una montaña sea grande. Y eso es exactamente lo que sucedió, porque la cruz de Jesús estaba justo afuera de las puertas de Jerusalén, en la montaña del Señor. Ahora, Jerusalén es honrada sobre todas las ciudades porque allí es donde Jesús enseñó, sufrió, murió y fue sepultado, y resucitó, quebrantando el poder de la muerte y el mal para toda la raza humana.
Y tal como lo señala Isaías, la Palabra del Señor salió de Jerusalén, porque Jesús envió a sus discípulos para contarles a todos acerca de Él y lo que había hecho. Él dijo: "Así está escrito, y así era necesario, que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día, y que en su nombre se predicara el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando por Jerusalén. De esto, ustedes son testigos" (Lucas 24:46-48).
El monte Sión es grande, no en sí mismo, sino por el uso que Dios le dio. Así es con nosotros, ¿no es así? Todos sabemos que en nosotros mismos no somos mucho. Jesús tiene razón cuando dice: "separados de mí ustedes nada pueden hacer" (Juan 15:5b).
Pero con Él, ¡ah, otro gallo canta! Lo que hizo con el humilde monte Sion, hará con nosotros. Él nos usará, ¡incluso a ti, incluso a mí, si se lo permitimos!, para llevar las Buenas Nuevas de su salvación a las personas en todas partes. Porque entonces no seremos nosotros, sino Él mismo, obrando a través de nosotros. Y Jesús hace cosas maravillosas.
ORACIÓN: Amado Salvador, muéstrame lo que quieres hacer a través de mí, y por favor haz que suceda, en tu sabiduría y fortaleza. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cuál es la montaña más alta en la que has estado?
* ¿Para qué crees que Dios podría usarte, para hacer su voluntad?
Dra. Kari Vo
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