Dra. Kari Vo
El ángel le dijo: "María, no temas. Dios te ha concedido su gracia. Vas a quedar encinta, y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre JESÚS. Éste será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios, el Señor, le dará el trono de David, su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Lucas 1:30-33
Presta atención a lo que el ángel le dice a María, o más bien, a lo que no le dice. El ángel no dice: "El preexistente Hijo de Dios, la fuente de tu existencia está comenzando su encarnación y la redención del cosmos." ¡Imagina la cara de María si él hubiera dicho eso! Si hubiera sido yo, habría balbuceado: "¿Quién, qué, cómo?"
No, el ángel explica lo que Dios está haciendo de una manera que María puede entender. María sabe sobre el embarazo y los bebés y lo que significa criarlos. Y como una buena niña judía, sabe todo sobre el Mesías venidero, el Salvador de su pueblo.
Lo que Dios le estaba diciendo a María fue: "Este Jesús es para ti." Él es para ti, personalmente, no para ciertos teólogos o profesores lejanos en alguna universidad. Él es tu Salvador. Él es "Dios contigo", él es tanto tu hijo como tu Señor.
Y Dios sigue diciéndonos esto a cada uno de nosotros. Este Jesús es tu Salvador, el que está contigo en tu vida problemática y te libera del poder del mal. Él es quien caminará contigo incluso a través de la muerte. Él te resucitará de los muertos -¡a ti personalmente!- el día que regrese en gloria, porque tú eres suyo y él es tuyo.
ORACIÓN: Señor, gracias porque te has entregado a mí como mi Salvador. En tu nombre. Amén.
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