Y los redimidos del Señor volverán. Vendrán a Sión entre gritos de infinita alegría. Cada uno de ellos tendrá gozo y alegría, y desaparecerán el llanto y la tristeza.
Isaías 35.10
Las personas gritan por diversos motivos. Algunos para pedir auxilio y otros para llamar a alguien que está lejos. Unos gritan para celebrar y festejar un triunfo, mientras otros gritan de dolor o de miedo. El grito es una expresión cargada de emoción que nos hace levantar la voz.
El profeta Isaías escribió acerca de un tiempo en que regresarán a Sión entre gritos de infinita alegría. Ese momento contagiará el entusiasmo y la alegría. Fortalezcan las manos cansadas, afirmen las rodillas endebles, dejen de lado los temores. Dios mismo viene a salvarnos. Las señales que acompañarán esta venida serán que los ciegos verán, los sordos oirán, los mudos cantarán y los cojos saltarán. Donde no hay vida brotará agua y habrá un camino para regresar libre de peligros.
Los redimidos que regresan a Sión son los que han sido librados de su esclavitud. ¡Cómo no gritar de alegría y volver saltando! Dios mismo está con ellos y nadie, por más torpe que sea, se extraviará de ese camino que ha sido abierto. Este evento, que provoca un regreso lleno de alegría, se cumple con la venida de Jesús. Es él quien trae esta salvación que consumará al final de los tiempos. Él es el camino, la verdad y la vida que entrega su vida para darnos una nueva vida que el Espíritu Santo hace realidad. Él es quien cambia la realidad de los ciegos, los cojos, los sordos y los mudos. El corazón lleno de alegría, de libertad y salvación hará que broten gritos de alegría. Animémonos unos a otros con su venida.
Gracias, Señor, por venir a nuestra tierra y a nuestra vida. Por estar con nosotros. Por devolvernos la alegría. Amén.
Para reflexionar:
• ¿Alguna vez has gritado de emoción? ¿A qué se debió?
• ¿En qué momentos de tu vida Dios te ha hecho expresar tu alegría con mucha fuerza?
• ¿Qué te impide expresar tu alegría con más fervor?
Rev. Omar R. Weber
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