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El más importante es el amor



Como no es así, ustedes deben procurar los mejores dones. Pero yo les muestro un camino aun más excelente. Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal resonante, o címbalo retumbante. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios, y tuviera todo el conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y entregara mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás dejará de existir. En cambio, las profecías se acabarán, las lenguas dejarán de hablarse, y el conocimiento llegará a su fin. Y es que sólo conocemos y profetizamos de manera imperfecta, pero cuando venga lo perfecto, lo que es imperfecto se acabará. Cuando yo era niño, mi manera de hablar y de pensar y razonar era la de un niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé atrás las cuestiones típicas de un niño. Ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo, pero en aquel día veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero en aquel día conoceré tal y como soy conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el más importante de todos es el amor. 1 Corintios 12: 31-13: 13

Cuando era joven, solía no estar de acuerdo con 1 Corintios 13:13. No quería discutir con la Palabra de Dios, pero en mi propia opinión, era la verdad la que debería ser la más importante de todas las virtudes. Tenía mucho miedo de que la gente me mintiera, me hacía sentir como si mi mundo estuviera temblando. Quería algo firme y digno de confianza, algo en lo que pudiera apoyarme. Sigo pensando que tenía razón al darle un gran valor a la verdad. Pero cuando crecí y mi familia entró al servicio misional, comencé a ver que se necesitaba algo más. La verdad nos llevaba a... bueno, el meollo de cualquier situación. Una vez que se aclaraban las mentiras, las exageraciones egoístas y las verdades a medias, podíamos ver lo que estaba mal, ya sea en una familia que estábamos sirviendo o en un problema social, como la adicción a las drogas o la falta de vivienda. Pero la verdad terminaba ahí. Podíamos ver que algo faltaba, pero no teníamos el poder o la imaginación para averiguar qué hacer después: cuál debía ser la solución. Solo el amor podría mostrarnos eso. Sólo Jesús: el amor encarnado. 1 Corintios 13 es muchas cosas, pero sobre todo es una imagen de Jesús. Nos muestra a nuestro Salvador como es para con nosotros: infinitamente paciente, nunca resentido, grosero o irritable. Nos muestra su bondad, soportando insultos, dolor y frustración constante al tratar con la raza humana. Lo muestra haciendo todo esto con la esperanza general de que debemos ser sanados, debemos ser salvos, debemos llegar a la vida real, gozosa y completa que Dios quiere para nosotros como su pueblo. Y con ese fin, nos muestra a Jesús, dando todo lo que tenía para convertirse en nuestro Salvador, morir y resucitar por nosotros, para que podamos vivir para siempre. El amor nunca termina, dice Pablo. Si miramos a Jesús, podemos creerlo. ORACIÓN: Querido Señor, acércanos a ti y úsanos como instrumentos de tu amor. Amén. Para reflexionar: * ¿Cuál es tu virtud favorita? ¿Por qué? * ¿De qué forma crees que la gente aprende a amar? Dra. Kari Vo


 

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